La crueldad contra Eyv Ágreda, una vez más, nos interpela. Y, una vez más, llama la atención la discreción de los políticos, quienes debieran representarnos. Ante esa ausencia de intermediación, en poco más de 24 horas, un grupo de 5,000 mujeres firmamos y enviamos una carta al Presidente, a fin de declarar una “emergencia social” para enfrentar, de manera más decidida, con mayores presupuestos e integralmente, la violencia contra mujeres y niñas.

Este miércoles 2 de mayo, cuando el premier Villanueva se presentó al Congreso, esperábamos que se dirija de manera específica a las mujeres, la mitad de la población del país, presentando medidas para enfrentar esta emergencia social.

Una violencia que, a diferencia de otras, no tiene otra causa que el odio o desenfreno de un marido, un novio o, simplemente, un “pretendiente”, que pretenden que pueden hacer con ellas lo que quieren.

Esta violencia no sólo mata o destroza la vida de miles de mujeres, sino también a la sociedad. Estudios como los de GiZ y la Universidad San Martín han estimado que esta violencia cuesta el 3.7% del PBI del Perú, cada año.

Todos los días somos testigos mediáticos de casos de violaciones o feminicidios, incluso niñas pequeñas, en las calles o en sus propios hogares. Como el último caso de una menor de 12 años, violada delante de su hermana por su propio padre, en Piura. La crueldad puede venir de cualquiera, incluso en el bus que toman para ir a la casa, como Eyvi, quemada por su perseguidor por no “tenerla”.

Si un Estado de emergencia se dicta frente a una situación de “perturbación de la paz” entre la población, esta situación lo amerita. Una “emergencia social”, no para aplicar restricciones a los derechos individuales, sino para darle prioridad, si es que queremos ganar esta batalla para nuestros hijos e hijas.

Una acción integral desde la escuela, para desterrar en las nuevas generaciones el machismo que mata y discrimina. En el Poder Judicial y la Policía Nacional, entre madres y padres, en los hogares.

Se han hecho esfuerzos y en diferentes organismos públicos hay que reconocer la dedicación de muchos funcionarios para cambiar las cosas. Sin embargo, queda mucho por hacer y ello requiere de decisiones políticas más claras, integrales, con un abordaje directo, contra la desigualdad de género. Las ciudadanas esperamos. El futuro es ahora.


Esta es la carta que enviamos al presidente Vizcarra:


Carta al Señor Presidente de la República del Perú 

Lima, 25 de abril de 2018

Señor

Martín Vizcarra

Presidente de la República del Perú

Nos están matando. Cada año, miles de mujeres y niñas son víctimas de violación, asesinatos, maltratos, golpizas, son quemadas vivas, por el hecho de no obedecer la voluntad de un hombre. Según el Ministerio Público, sólo entre casos de violación a la libertad sexual, el año 2017 se registraron casi 24,000 víctimas. Al menos el 10% de esas víctimas son niñas menores de 10 años. Esto tiene que parar.

Ayer martes 24 de abril, hemos sido testigos de un nuevo e indignante caso: una joven quemada con gasolina, dentro de un bus, en el distrito de Miraflores (Lima). Una joven que cargará de por vida –si sobrevive- las profundas heridas de esta brutal agresión.

Con respeto le preguntamos, Sr. Presidente: tanta violencia contra inocentes, ¿no amerita una reacción decidida? Las mujeres nos sentimos desprotegidas, requerimos una respuesta concertada del Estado. Esto es una emergencia social.

Es urgente una educación que forme en igualdad de género, que cuestione el machismo que defiende la discriminación y una injusta valoración de las mujeres como subalternas de los esposos, hermanos, padres, merecedoras incluso del castigo si no les obedecen. Las mujeres no somos propiedad de nadie y los hombres no son menos hombres por no tener “dominadas” a las mujeres de su entorno.

Es urgente contar con jueces, fiscales y policías con otra mentalidad. Un sistema de salud sensible a las víctimas. Una sociedad toda consciente de la necesidad de vernos como iguales, en una convivencia de pleno respeto.

¿Hasta cuándo, Sr. Presidente? Cada mujer o niña violentada puede ser una hija, madre, hermana, sobrina, nieta, amiga del barrio, del trabajo, miembro de nuestros propios hogares. Pero no solo ellas son las víctimas, sus hogares y su entorno se ven afectados por igual, y en el caso de la muerte de una madre de familia, con consecuencias directas en la perversa cadena de pobreza.

Sr. Presidente, esperamos su respuesta. Una respuesta integral, con compromisos y medidas de políticas concretas y presupuestadas, con gestos firmes a favor de la igualdad de género y la no discriminación. Ha habido avances pero queda mucho por hacer. Nuestra sociedad vive una emergencia.


 Foto: Promsex